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La búsqueda efímera del sueño eterno

Luis León
Nuestra muerte ilumina nuestra vida
Octavio Paz

Gélida, inexorable, inmóvil y sombría
son solo algunos de los muchos adjetivos
que llenan nuestro pensamiento y oprimen
nuestro espíritu cuando escuchamos
la palabra muerte. Esta peculiar palabra
representa el polo antagónico a la vida,
contiene en sí misma la noción de final, y
por eso genera temor en las personas.

Rechazar lo desagradable y, de esta
forma, pretender que deja de existir es
un mecanismo recurrente aunque irreal.
Desde el momento del nacimiento, la
muerte ya nos acompaña; el nacimiento
es en sí mismo una clase de muerte, es el
término de una vida anterior, es el fin de
un tiempo pasado…

Al llegar al mundo, la muerte planta
su semilla en nosotros, una semilla
que puede germinar inmediatamente
o demorarse hasta parecer que jamás
brotará. Esta semilla nos acompaña siempre,
es inmóvil y apacible; por lo que nos
resulta imperceptible, pero nunca nos
abandona.

Esta relación tan estrecha que guardamos
con nuestro destino se convirtió
en una idea que invadió la mente de
José Quintero, una idea que adquirió
personalidad y se transformó en el
personaje de una niña de ojos
oscuros: Buba.

Incluso siendo una niña
pequeña, Buba está muy lejos de
tener la naturaleza propia de su

edad. Su alma está vieja. Vejez disfrazada
de inocencia. Sarcasmo disimulado poéticamente.
Quintero le ha dotado de
una perspicacia y una perspectiva un
tanto desviada de lo usual, por no decir
completamente fuera de lo común.

No solo el personaje causa exaltación,
sino también el estilo del propio artista:
un nuevo tipo de cómic que combina el
dibujo con la poesía, la oscuridad del
tema que trata con la luz causada por los
contrastes de colores utilizados, la realidad
que tratamos de olvidar con la alegría
producida por una ingeniosa ironía…

Buba adquiere universalidad debido
a su gusto por la filosofía, aunque ella
afirme que sobre ese tema solo sabe algo
y, curiosamente, admita que de religión
sabe muy poco. Sin embargo, sería incorrecto
catalogar su postura como
ateísmo, pues constantemente se la verá
sosteniendo pláticas o siendo partícipe
de situaciones con personajes celestiales,
inclusive, en muchas ocasiones, tendrá
la suerte de tener al Todopoderoso como
coprotagonista de sus historias.

También Nietzsche aparece constantemente
representado en una sierpe
persiguiendo el detrimento de la fe para
alcanzar el ideal de superhombre. Es
indudable que si personajes de la altura
de este gran filósofo o de la importancia
del creador omnipotente se toman la
molestia de compartir momentos con
Buba, es porque esta emblemática niña es
más trascendental de lo que su apariencia
sugiere.

Esta niña de ojos oscuros encarna
también una actitud distintiva del pueblo
de México; pues, a diferencia de otras
culturas, los mexicanos guardamos una
estrecha relación con la muerte, herencia
de nuestros antepasados.

Esta relación no implica que aceptemos
la muerte con agrado y estemos
conscientes en todo momento de ella;
más bien, es un intento por restarle
importancia, por quitarle seriedad, por
hacerla menos distante. Esto lo logramos
a través de las imágenes graciosas de
calaveras de personajes famosos, como la
propia Catrina, de Guadalupe Posada, o

las palabras ingeniosas y algo pícaras de
las calaveritas.

Cabe destacar que estas costumbres,
aunque en primera instancia pueden
resultar ofensivas, corresponden con la
conducta de un pueblo que a través de
su agresividad rinde respeto. El culto que
realizamos como tradición en el mes de
noviembre es un homenaje que sirve para
restarle gravedad o severidad al acontecimiento
de la muerte, al sentir más cercanos
a los que ya no se encuentran físicamente
con nosotros.

Buba está impregnada de esta perspectiva,
su actitud de indiferencia hacia
la muerte es más una postura de ironía
poética y humor sagaz que de insensibilidad
y descortesía. Su carácter es igualmente
contradictorio, al declarar que su tristeza
le produce una infinita alegría, adquiere

un aspecto bohemio, una personalidad al
mismo tiempo melancólica y optimista.

De esta manera, el personaje creado
se convierte en una persona con
naturaleza y vida propias, en palabras
del propio Quintero, poseedora de un
alcance cosmopolita y una naturaleza
atemporal debido a la ubicuidad de los
temas tratados, pero con una identidad
inherente al pueblo del cual proviene.

En nuestro mundo actual, donde los
avances e innovaciones en las ciencias
médicas proyectan un panorama favorecedor
para la prolongación de la vida, y
donde los constantes distractores tecnológicos
nos apartan del pensamiento de
la muerte; Buba está ahí, para hacerla
presente, para hacerla cercana, para
hacerla manifiesta, para iluminar nuestra
vida…❧