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Preludio

por Salma Corona
México, DF

El ángel contempló la oscura ciudad desde la cornisa del piso 70. A esa hora solo se escuchaba el viento y el eco vibrante de una sirena que anunciaba dolor y tragedia entre los hombres. El ángel suspiró. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la primera vez que vio este mundo material?…, siglos y siglos habían pasado desde que Él inició el plan universal de la vida…

     El ángel miró al cielo, no había estrellas que guiaran al errabundo caminante y, pese al alumbrado eléctrico, la oscuridad cada vez era más profunda. El tiempo había llegado. Lo curioso era que los hombres parecían no notarlo. La humanidad se encontraba ciega, en medio de una oscuridad sin precedentes. Solo quedaban algunos cuantos puntos de luz que, cual faros en medio del mar, servían como refugio y guía de los espíritus sedientos de luz.

     Una sombra furtiva llamó su atención. La sombra se movía con rapidez y sigilo pegada a las paredes, deteniéndose para otear el viento. El ángel desplegó sus enormes alas y, antes de que terminara un suspiro, se encontró frente a frente con la sombra, quien al verlo emitió un agudo chillido.
―Oscuro ser de las tinieblas, ¿cómo osas pasar por los dominios de mi padre? ―preguntó el ángel―.
—¿Los dominios de tu padre?, todavía falta mucho tiempo para que eso suceda, y mientras tanto, estos son los parajes de mi señor —contestó la sombra―.
—Sabes que no está permitido que deambules en este mundo —dijo el ángel mirando a la sombra con dureza—, regresa por el mismo camino que has llegado y lleva contigo la maldad y pena que esparces al andar…

     Antes de que el ángel terminara la oración, la sombra se abalanzó sobre él. Garras y dientes buscaban al ángel. Con un veloz movimiento, el ángel desenvainó su blanca espada y con una certera estocada atravesó a la sombra. El demonio quedó reducido a una espesa nube de humo que se deshizo en el aire.

     El ángel guardó su espada, miró al cielo y elevó una plegaria a Dios. El tiempo había llegado.

―¡Ay, Celina!, otra vez tarde… ―me dijo Katy, haciendo a un lado el micrófono del intercomunicador―. ¡Mujer no puedes seguir así!, te van a despedir…
―No tengo tanta suerte Katy ―respondí con ironía―, ¿ya llegó…?
―No, hasta eso, tienes suerte, chica…Ideographic Solutions, buenas tardes, le atiende Katy ―respondió al micrófono la recepcionista, al tiempo que yo corría al ascensor―.

     Ideographic Solutions fue la agencia de publicidad que me contrató cuando acababa de terminar mis estudios como diseñadora. Dentro de la facultad de diseño, la empresa era considerada como una excelente oportunidad de crecimiento y desarrollo para los jóvenes egresados, por lo que generación tras generación se realizaban concursos para encontrar a los futuros talentos y componentes de la prestigiosa firma.

     Sin embargo, lo que en un inicio fue mi sueño dorado, a cinco años de distancia se había convertido en la más terrible pesadilla; no tanto por la gran cantidad de trabajo o por los horarios cada vez más extenuantes, sino porque día con día el ambiente se hacía más competitivo y cerrado, o al menos así lo creía en ese momento.

     Al abrirse las puertas del elevador me esperaba Esteban, el encargado de redactar todos los textos que aparecen en los diseños que realizo.

―¡Celina!, ¡Celina!, pero si vienes hecha una facha, niña, afortunadamente tengo lo que necesitas ―sonrió mientras me entregaba un capuchino caliente―. Yo sé que esto te reanimará, recuerda que hoy tenemos que entregarle a Gonzalo el dummy de “Brazos Unidos” antes de las once…, y ya casi son las diez.
―No te preocupes, ¿ya tenemos la información que hacía falta? ―lo miré mientras avanzaba hacia mi cubículo―. Eso es lo único que falta anexar, no tardo nada.

―Todo está listo, lo envié a tu correo hoy por la mañana ―hizo una pausa y me dijo con seriedad―. Celina, este es un proyecto muy importante del cual dependen muchas cosas y las personas involucradas están fijando su mirada en nosotros… nuestro futuro ―sonrió y trató de parecer tranquilo―, bueno no quiero sonar dramático ni nada por el estilo, solo quiero puntualizar que la presentación del proyecto es importante, ¿comprendes?

     Moví la cabeza afirmativamente, aunque en realidad no comprendía la reacción de Esteban; en los cinco años que llevaba dentro de la compañía, trabajamos en proyectos mucho más grandes, costosos y ambiciosos que el folleto de la Fundación Brazos Unidos.